Magglio nunca ha sido de mi agrado. Estoy casi seguro que más adelante conoceremos su uso de esteroides.El clásico mundial tampoco lo considero una competencia válida, un triste intento de emular la competencia más interesante del decadente fútbol.
Pero lo que vimos el pasado sábado, donde los venezolanos residentes del sur de Florida, descargaron con pitas a uno de los jugadores más importantes de la selección: Magglio Ordoñez, no tiene nombre.
La gente que dice ser democrática, a favor de la libertad de expresión no tolera pensamientos diferentes. Esto es irónico. Pero más triste resulta precensiar esto en el marco de una competencia internacional, donde el criticado viste la camiseta del equipo nacional y está en el terreno de juego sudando por el triunfo del equipo.
La oposición que pregona por una sola Venezuela, por la unidad y la tolerancia, muestra su verdadera cara en las primeras de cambio. Yo no comparto ni las tendencias políticas, ni apoyo a Magglio en sus equipos de Beisból, pero si voy a un stadium y pago una entrada para apoyar a Venezuela no puedo estar ligando el fracaso de mi cuarto bate.
Lo que sucedió con Ordoñez no pasaría en ningún país civilizado. Cada vez mas me distancio de la Venezuela "progresista" y me acerco al grupo al los que nada les importa.
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